(*) Por Manolo Epelbaum
Días atrás se realizó en la ABI (Asociación Brasileña de Prensa) una conferencia dada por los columnistas del diario “O Globo” de Río de Janeiro, Fernando Calazans y João Máximo sobre el tema “Fútbol y Cultura”. En una de sus alocuciones Calazans se mostró sorprendido al tomar conocimiento de la falta de memoria de los jugadores que componen la actual selección brasileña, cuando solicitados a dar sus opiniones sobre los ídolos del pasado. Ellos alegaron que aún no habían nacido en la época de la conquista de Brasil de su primera Copa Del Mundo, lo que en realidad es altamente desclasificable.
Hay que recordar que en aquella época, que felizmente viví y acompañé, existieron CRACKS de la envergadura de Zizinho, Nilton Santos, Dino Sani, Garrincha, Zito y Pelé, tanto como para quedar por aquí. Y que a seguir y emular aparecieron nada menos que Tostão, Rivelino, Ademir da Guia, Paulo César, Clodoaldo, Gérson, Carlos Alberto y Dirceu Lopes parando aquí para no ser un engorroso memoriólogo. Y posteriormente surge la generación fantástica que admiró al mundo em la Copa de España em 1982, vencida por Italia en uno de esos intangibles misterios del fútbol, compuesta por Zico, Júnior, Leandro, Toninho Cerezo, Andrade, Adílio, Falcão y Sócrates.
Era una época en que se jugaba dos o más veces por semana entremezclando viajes enormes intermediando los partidos, en los cuales nadie se quejaba de la altitud y de los entornos a ellos actualmente atribuídos.
Hoy día, a los jugadores de fútbol, la prensa brasileña los denomina equivocadamente “atletas”; en mi modesto entender un gran error. Antiguamente, eran denominados apenas “Jugadores de Fútbol”. Actualmente, acotaba Fernando Calazans, la preparación física es excepcional y los tales “atletas” son preparados para correr decenas de kilómetros y no consiguen demostrar la maestría y la categoría que ostentaban los jugadores arriba mencionados. Y es ahí que yo me indago: ¿cómo puede ser que los jugadores citados pudieron jugar dos, tres veces por semana y Róger de Fluminense, Adriano de São Paulo y Souza de Flamengo no puedan demostrar sus “categorías” jugando apenas -o eventualmente- dos veces semanalmente, con la científica preparación física y médica de los días actuales -de la cual no pudieron usufructuar los ídolos citados?
“La memoria es una 'máquina' que tiene que ser diariamente activada”. Esta frase es de mi amigo y hermano Pedrito Uzquiza a quién añoro y extraño profundamente.
Es este un simple -y personal- panorama del fútbol de Brasil que creo es análogo a los de casi toda Sudamérica.
(*) El autor es periodista.
Manolo Epelbaum
Acá sucede lo mismo, Manolo. Los jugadores se quejan si juegan mucho y los técnicos los "cuidan" -o se cuidan ellos- por temor a alguna sublevación. Por eso, el lema es: "un equipo para la Copa, otro para el torneo local". Sólo mantienen el mismo orden de nombres si el encuentro es relevante.
Recuerdo que en el Mundial de Francia '98 a los jugadores de la selección argentina, que en esos tiempo dirigía Daniel Passarella, se les preguntó, en alusión a alguna fecha referente, si recordaban qué hacían de sus vidas durante la dictadura militar. La respuesta fueron risas, bromas, falta de respeto a la memoria. Como en Brasil con sus ídolos, acá el olvido fue con la época más tenebrosa del país.
Manolo es como un padre para mí. Eximio periodista, tiene un curriculum envidiable: fue corresponsal de Goles, Clarín, La Nación, El Gráfico, African Foot-Ball, Boletín de la FIFA, Revista oficial de la Conmebol. Cubrió los Mundiales de fútbol del '86, '90, '94 y '98. En Brasil, trabajo en la revista "Placar", entre otros medios, y actualmente es comentarista en "SporTV".
Manolo Epelbaum - Los "agujeros" de la memoria
martes, 20 de mayo de 2008
Publicado por Nacho Uzquiza en 7:43
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