Nos tuvimos frente a frente en varias ocasiones. Más bien ella arriba, dueña de la arenga que nos movía a nosotros, los de abajo. Siempre en la Plaza, salvo las contadas oportunidades en las que nos cruzamos en la radio La Voz de las Madres, donde junto a un grupo de compañeros denominado Metaprensa hacía el programa 'Nos mean y dicen que llueve', domingos por la mañana en un principio, sábados por la tarde posteriormente. Pero nunca intercambiamos palabra.
Una sola vez, casi dos años atrás, sentí un cosquilleo incómodo ante su presencia. En el café Osvaldo Bayer, lugar que naturalmente elegíamos para la producción del programa, pasó por al lado de nuestra mesa y espetó un "no sean como los otros (periodistas), ustedes tienen que decir la verdad". Pasó, literalmente, pues no esperó respuesta. Que además no existió. Apenas –que no fue un simple apenas- nos miramos, en silencio. Sabíamos que no encontraría complicidad.
Sus palabras venían a cuento de los ataques recibidos cuando ella, Hebe de Bonafini, puso en duda la procedencia y militancia de Julio López, que acababa de desaparecer por segunda vez. "Para nosotros, no es un típico desaparecido. López no fue militante, hay que investigar su trayectoria", dijo Hebe por esos días. Alguien le había vendido pescado podrido, o bien intentó una torpe defensa al kirchnerismo para desligarlo de responsabilidades. O vaya a saber qué cosa entre las tantas lecturas que se hicieron por entonces. Dolieron esas palabras.
Al domingo siguiente, Metaprensa marcó al aire su posición, que no fue necesariamente una respuesta ni mucho menos una provocación. Nos sumábamos al reclamo de los organismos de derechos humanos que pedían por la aparición de López. No hubo reprimenda. Sí existió, más adelante, un episodio que marcó al grupo: una reunión convocada por Sergio Schoklender en ocasión de una reestructuración de la radio para, a grandes rasgos, hacer de la misma un proyecto homogéneo. Nunca nos sentimos cómodos con el corporativismo que inunda nuestro gremio y de hecho no faltó oportunidad para denunciarlo con nombre y apellido; y asimismo éramos conscientes de que, pensamiento político e ideología al margen, nuestra obsesión por la libertad sin límites (valga la redundancia) solía dejarnos parados en la vereda de enfrente de los micrófonos que utilizábamos.
La consecuencia inmediata de esa reunión en la que escuchamos sugerencias sobre la línea de las Madres fue una ola de discusiones internas que, en primera instancia, logró fortalecer al grupo (que, eso sí, jamás claudicó).
Para el mediano y el no-tan-largo-plazo quedaron, irremediablemente, según se me ocurre hoy, el desgaste y el adiós. Adiós que no llegué a dar junto a mis compañeros, porque distintos motivos que no vienen al caso me alejaron antes de tiempo. Sería un atrevimiento brindar detalles de esos meses que pasaron entre mi partida y la desaparición del programa, pero no puedo dejar inconclusa esta historia que elegí -entre las tantas que existen con similares matices- para ilustrar el doloroso camino que tomaron las Madres.
Por este motivo, citaré un fragmento de un comunicado de prensa emitido en octubre del año pasado por la Agencia Rodolfo Walsh, que compartió varios meses de trabajo con Metaprensa. "Con mucho dolor, pero fieles a nuestro compromiso de ejercer un periodismo sin mordazas, denunciamos la censura de la que fue objeto Nos Mean y dicen que llueve [ …] . En una reunión mantenida con los compañeros responsables de la producción del programa, Hebe de Bonafini sostuvo que en la Radio de las Madres, no había lugar para sus 'enemigos', entre los que mencionó a varias personas del campo popular. Estos individuos que mencionó Bonafini habían tenido espacio en el programa para informar ciertos sucesos de la realidad y no para atacarla a ella ni a las Madres. Repudiamos este nefasto hecho que, lamentablemente, no es el primero ni el único en el que la Radio de las Madres censura la información y la opinión que incomoda al Gobierno de Néstor Kirchner".
Luego siguieron desmentidas y contraataques de ambas partes -que pueden leerse en detalle aquí-, pero lo concreto es que sucedió en la víspera de las elecciones presidenciales para las cuales se delimitó claramente un campo de acción en el que, obvio, la radio no iba a ser un terreno librado al azar. El apoyo incondicional al gobierno por parte de las Madres, representadas en la verba de Hebe, resultó, entonces, una derrota contundente para las voces internas que, en determinados temas, disentían con la línea editorial del medio.
Toda esa apertura promovida desde el discurso se había ido lisa y llanamente a las cloacas.Hebe descarriló. Porque en su afán de defender una postura política (más bien, a un grupo de políticos) cometió incongruencias tales como alentar la represión institucional en pleno conflicto entre el gobierno y los sojeros. "Otro gobierno los hubiera desalojado a palos y a gases como merecían", fueron las palabras que eligió para referirse a las protestas en las rutas. "Acá no hay grises. O estamos con el proyecto del gobierno o estamos con el enemigo", dijo ayer, frente a la Rosada, toda una invitación para –personalmente- sentirme menos que marginado ante una pelea que se emite por cadena nacional y que yo (como tantos otros, por minoría que seamos) entiendo que se trata, por encima de todo, de una puja de carácter interburgués en la que ambas partes tienen algunas razones y muchas mentiras.
Este texto no representa en modo alguno una difamación a la madre de todas las luchas, en definitiva una persona por la que jamás podré dejar de sentir afecto, admiración y un enorme respeto. Pero estoy convencido de que no le hacemos ningún favor callando, como creo que callan muchos trabajadores de prensa y agrupaciones del campo popular que tal vez se sientan intimidadas por la autoridad de Hebe.
Aun así, escribir esto duele. No es teatro. Puedo sentir el dedo acusador de quienes reivindican la teoría del "conmigo o con el enemigo". Puedo sentir (y lamento) cómo algunas de las desafortunadas intervenciones de Hebe alimentan al fascismo y a los medios de la derecha más recalcitrante.
Para quienes reconocen su histórica lucha, para los que siguen creyendo en que no todo está perdido, espero que la crítica exista, y que baje como una caricia al pañuelo de las luchas populares. Para decirle que así no, Hebe. Así no.
Pedro Fermanelli
Periodista. Trabajó en los medios gráficos Clarín, Un Caño y La Posta del Noroeste; en los medios radiales La Voz de las Madres, FM La Tribu, Friday Harbor y Radio Más. Actualmente trabaja en la sección deportes de Infobae.com.