Francisco López Vázquez - Periodismo romántico

martes, 12 de agosto de 2008


Francisco no es de nuestra época, es algo pretérito pero a la vez presente. No es de la época de la tecnología a la vuelta de la esquina, de la comunicación globalizada. Pertenece a una etapa romántica de la profesión: anotador en mano, las corridas por el teléfono público, la Olivetti esperando en la oficina o en algún rincón de la casa, las discusiones en el viejo buffet del diario Clarín…
Francisco… y ese cajón de recuerdos que es su memoria (como el de fotografías antiguas, marcadas por el tiempo pero vivas). Es de esos pilares del periodismo en el que uno siempre intenta apoyarse. Con mucha lucidez, el relato de sus tiempos surge:


“A fines de la década del ‘70, antes que se creara la hoy pujante Liga Nacional de Básquet, este deporte ya convocaba multitudes, aunque los principales equipos eran pocos, unos tres o cuatro, y todos en Capital, Gran Buenos Aires y La Plata. Uno de ellos era Ferro. Recién se había inaugurado el microestadio Héctor Echart, y aún carecía de teléfono. Ni hablar entonces de los hoy valiosos celulares para nuestra profesión".


"Terminó el juego, ya la hora de cierre apuraba, una amenaza permanente en ese deporte de últimas horas de la noche. Salgo a la calle, estaba sin el auto del diario, el reloj corría y no pasaba un mísero taxi por la avenida Avellaneda. En un partido anterior había solucionado el problema llamando desde el teléfono público de un restaurante frente al club. Pero esa noche estaba cerrado"


"Ir hasta Primera Junta me complicaba. Tenía poco tiempo y no encontraba soluciones. Hasta que veo, allá enfrente, a unos 60 metros, una luz roja. Pienso: ahí no puede faltar un teléfono, y me mando. Dicen que el loco siempre tiene suerte y esa patriada se me dio. Justo el que atendía me comentó, cuando lo consulté, que él había trabajado en una radio. Quién nos va a comprender mejor que un colega de un medio de difusión. Muy gaucho, me dejó pasar. Así que, mientras el hombre le preguntaba con cortesía a la pareja de turno si quería habitación simple o especial, cumplí satisfactoriamente con mi tarea: Cortijo l4, Uranga 8, Maretto 9....”



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López Vázquez trabajó 39 años en la redacción de Clarín. Así los recordaron sus compañeros de redacción:

Andrés Burgo:
"Marcó una época, la bohemia perdida… un buen tipo. Se junta los domingos con la mujer para hacer pinturas. Francisco es el periodismo que sobrevive y él es la imagen viva de ello. Por sobre todo, los valores bien puestos".

Waldemar Iglesias:
"Es el típico tipo en el cual le confiarías a un ser querido, un tipo en el cual se le puede confiar ciegamente. Aún sin ser un íntimo, lo puedo asegurar, un periodista generoso, siempre tiene un detalle más para ofrecer. Cada día del periodista, reunión, fin de año siempre nos brinda algo sin reclamar nada a cambio".


Oscar Barnade:
"Se lo extraña en lo cotidiano, “en el saludo, el amigazo” y en la despedida: “Mañana es la revancha”. El tipo creíble, amó a la profesión durante tanto tiempo. Le hicimos la despedida el año pasado, se lo extraña. Ahora estoy en su lugar, tengo la foto del Gran Pancho en una foto de Clarín con sus nietos".

Ignacio Uzquiza:
"Pancho es un maestro, por su forma de ser. Nunca se olvida un cumpleaños, una fecha. Tiene todo anotado, porque es un amigazo de verdad. Le pedí que hiciera algo para el blog y sin dudarlo me dijo, voy a escribirte una anécdota. Se quedó cortito con la extensión, pero qué se le puede decir a un Grande. Nada más que agradecimiento".