(*) Por Pablo Lanseros
Todos los botines eran negros. Todos los domingos se almorzaban fideos con tuco. Todos los partidos se jugaban el domingo a las 15.30. Y se escuchaban con los relatos de José María Muñoz o Víctor Hugo Morales (se podía entrar a la cancha con la radio). Todas las camisetas eran Adidas, salvo la de Independiente. Todos quisimos que el tiempo se detenga y se quede para siempre en la maravillosa década del 80 futbolera.
¿Quién no se sintió Diego Armando Maradona cuando pateó “la Tango” por primera vez?¿Quién no se imaginó un durísimo defensor de la Primera B al rechazar de cabeza una Pintier? ¿Quién no fue “pibe cancherito” al calzarse los Fulvencito?¿ Y quién no simuló jugar “a la concentración” enfundados en las míticas Adilets?
Los jugadores eran próceres. Leyendas vivientes. Y los héroes de equipos chicos despertaban mayor admiración. Vidal González de San Martín de Tucumán enmudeció a toda la Bombonera. Raúl Edmundo Wensel hizo lo mismo, pero en el Monumental y con la camiseta de Deportivo Armenio. Gabriel Alejandro Nannini y el Pampa Gambier agigantaban el orgullo calamar de ser de Primera año tras año. Pedro Catalano y el Puma Rodríguez dos baluartes del Español que en los 80 le ganó a todos los grandes.
¡Como se extrañan los campeonatos largos! Nunca más escuchamos decir: “la vigésimo sexta fecha”. Y mucho menos preguntar: “Che, ¿quién queda libre la fecha que viene?”. Siento nostalgia por aquellas Liguillas Pre-Libertadores que siempre tenía partidos los miércoles a la tarde. Y que era por lo único que el viejo nos dejaba faltar a la escuela. Si no se estudiaba, joda. Pero para ir a la cancha (con él) el permiso siempre estaba.
La tapa de El Gráfico era tema de debate en el colegio el lunes por la mañana (recién se conocía el domingo por la noche). Ásperas discusiones sobre si la tapa era correcta o incorrecta. No faltaban las conjeturas sobre el marketing empleado por la revista. Y eran los hinchas de Boca y River los que siempre se veían beneficiados.
Retrocedo veinte años y mis dedos se manchan de tinta. El papel es duro, pero la información es deliciosa. La devoro. La leo de la primera página hasta la última. Analizo el resultado moral de todos los partidos desde la A hasta la D. Miro con atención la tabla de primeros y segundos tiempos. También repaso la tabla de local y visitante. La tabla moral, la de las reservas. Los goles de cabeza, de zurda, de derecha, de penal, de tiro libre, los goles en contra, los goles marcados por delanteros, defensores y volantes. Maravilloso. La siento en mis manos. La gloriosa revista SOLO FÚTBOL.
Julio Ricardo, Adrián Paenza, Marcelo Araujo, Fernando Niembro y el glorioso hombre del moñito Dante Zavatarelli conformaban la mesa redonda del inigualable “Todos los Goles” que emitía canal 9. Partidos grabados a una sola cámara y con cientos de impedimentos técnicos. Sin embargo nadie podía irse a dormir sin verlo. Los partidos provenientes del interior tenían siempre dos inscripciones en la pantalla. La primera “Vía Coaxil” y la segunda “Fallas de Origen”. Era un clásico. Y siempre con el comentario de los periodistas en el piso. En vivo. Inigualable. Pero lo mejor de ese programa no eran los goles. No eran los periodistas. No era el sorteo de la camiseta de tu equipo favorito. Eran las caricaturas de Luis Ordóñez, que en las dos horas que duraba el programa retrataba a la figura de la fecha. Recuerdo la caricatura de Rubén Darío Insúa y me emociono.
Pero “Todos los Goles” llegó a su fin. Y nació “Fútbol de Primera”. Muy distinto al actual. Un sobrio Mauro Viale relataba formidablemente el partido más importante de la fecha. “Va, va, Medina que le peeegaaaaaaa”, solía decir ante los furiosos remates del Mencho (casi siempre a la tribuna). El campo de juego estaba cubierto por Horacio de Bonis, encargado de hacer la pregunta que todos soñamos hacer con un micrófono: “¿Quién mueve?” Las respuestas las tengo grabadas. Eran: “Muevo yo Mauro, Comas”, “Muevo yo Mauro, Centurión”, “Muevo yo Mauro, Perazzo”, “Muevo yo Mauro, Walter Fernández” y “Muevo yo Mauro, Franco Navarro”. Ni hace falta que aclare los equipos.
La magia de esos años no volverá. Eso es seguro. Nada nos emocionará como nos emocionábamos en esos tiempos. Nada será tan maravilloso y nada nos conmoverá de la misma manera. Pasaron veinte años. Nosotros no somos los mismos. El fútbol no es el mismo.
(*) El autor es periodista.
Pablo Lanseros
Es un placer charlar con Pablo de fútbol. Pasa por detrás mío en el trabajo y siempre tira un comentario que se convierte en una discusión, en un recuerdo, una polémica. Un tipo simpático, agradable y amante del fútbol y de su querido San Lorenzo de Almagro. Productor periodistico. Actualmente es el productor ejecutivo del noticiero Prime Time de C5N. Trabajó en Todo Noticias, Canal 13 y Radio El Mundo. Es docente de la escuela de periodismo deportivo DeporTEA. Hincha y socio del Ciclón. Una columna entrañable y llena de memoria que gratifica a todos los que vivimos esa época donde, cómo explica el título, sólo se trataba de analizar el deporte.
Todos los botines eran negros. Todos los domingos se almorzaban fideos con tuco. Todos los partidos se jugaban el domingo a las 15.30. Y se escuchaban con los relatos de José María Muñoz o Víctor Hugo Morales (se podía entrar a la cancha con la radio). Todas las camisetas eran Adidas, salvo la de Independiente. Todos quisimos que el tiempo se detenga y se quede para siempre en la maravillosa década del 80 futbolera.
¿Quién no se sintió Diego Armando Maradona cuando pateó “la Tango” por primera vez?¿Quién no se imaginó un durísimo defensor de la Primera B al rechazar de cabeza una Pintier? ¿Quién no fue “pibe cancherito” al calzarse los Fulvencito?¿ Y quién no simuló jugar “a la concentración” enfundados en las míticas Adilets?
Los jugadores eran próceres. Leyendas vivientes. Y los héroes de equipos chicos despertaban mayor admiración. Vidal González de San Martín de Tucumán enmudeció a toda la Bombonera. Raúl Edmundo Wensel hizo lo mismo, pero en el Monumental y con la camiseta de Deportivo Armenio. Gabriel Alejandro Nannini y el Pampa Gambier agigantaban el orgullo calamar de ser de Primera año tras año. Pedro Catalano y el Puma Rodríguez dos baluartes del Español que en los 80 le ganó a todos los grandes.
¡Como se extrañan los campeonatos largos! Nunca más escuchamos decir: “la vigésimo sexta fecha”. Y mucho menos preguntar: “Che, ¿quién queda libre la fecha que viene?”. Siento nostalgia por aquellas Liguillas Pre-Libertadores que siempre tenía partidos los miércoles a la tarde. Y que era por lo único que el viejo nos dejaba faltar a la escuela. Si no se estudiaba, joda. Pero para ir a la cancha (con él) el permiso siempre estaba.
La tapa de El Gráfico era tema de debate en el colegio el lunes por la mañana (recién se conocía el domingo por la noche). Ásperas discusiones sobre si la tapa era correcta o incorrecta. No faltaban las conjeturas sobre el marketing empleado por la revista. Y eran los hinchas de Boca y River los que siempre se veían beneficiados.
Retrocedo veinte años y mis dedos se manchan de tinta. El papel es duro, pero la información es deliciosa. La devoro. La leo de la primera página hasta la última. Analizo el resultado moral de todos los partidos desde la A hasta la D. Miro con atención la tabla de primeros y segundos tiempos. También repaso la tabla de local y visitante. La tabla moral, la de las reservas. Los goles de cabeza, de zurda, de derecha, de penal, de tiro libre, los goles en contra, los goles marcados por delanteros, defensores y volantes. Maravilloso. La siento en mis manos. La gloriosa revista SOLO FÚTBOL.
Julio Ricardo, Adrián Paenza, Marcelo Araujo, Fernando Niembro y el glorioso hombre del moñito Dante Zavatarelli conformaban la mesa redonda del inigualable “Todos los Goles” que emitía canal 9. Partidos grabados a una sola cámara y con cientos de impedimentos técnicos. Sin embargo nadie podía irse a dormir sin verlo. Los partidos provenientes del interior tenían siempre dos inscripciones en la pantalla. La primera “Vía Coaxil” y la segunda “Fallas de Origen”. Era un clásico. Y siempre con el comentario de los periodistas en el piso. En vivo. Inigualable. Pero lo mejor de ese programa no eran los goles. No eran los periodistas. No era el sorteo de la camiseta de tu equipo favorito. Eran las caricaturas de Luis Ordóñez, que en las dos horas que duraba el programa retrataba a la figura de la fecha. Recuerdo la caricatura de Rubén Darío Insúa y me emociono.
Pero “Todos los Goles” llegó a su fin. Y nació “Fútbol de Primera”. Muy distinto al actual. Un sobrio Mauro Viale relataba formidablemente el partido más importante de la fecha. “Va, va, Medina que le peeegaaaaaaa”, solía decir ante los furiosos remates del Mencho (casi siempre a la tribuna). El campo de juego estaba cubierto por Horacio de Bonis, encargado de hacer la pregunta que todos soñamos hacer con un micrófono: “¿Quién mueve?” Las respuestas las tengo grabadas. Eran: “Muevo yo Mauro, Comas”, “Muevo yo Mauro, Centurión”, “Muevo yo Mauro, Perazzo”, “Muevo yo Mauro, Walter Fernández” y “Muevo yo Mauro, Franco Navarro”. Ni hace falta que aclare los equipos.
La magia de esos años no volverá. Eso es seguro. Nada nos emocionará como nos emocionábamos en esos tiempos. Nada será tan maravilloso y nada nos conmoverá de la misma manera. Pasaron veinte años. Nosotros no somos los mismos. El fútbol no es el mismo.
(*) El autor es periodista.
Pablo Lanseros
Es un placer charlar con Pablo de fútbol. Pasa por detrás mío en el trabajo y siempre tira un comentario que se convierte en una discusión, en un recuerdo, una polémica. Un tipo simpático, agradable y amante del fútbol y de su querido San Lorenzo de Almagro. Productor periodistico. Actualmente es el productor ejecutivo del noticiero Prime Time de C5N. Trabajó en Todo Noticias, Canal 13 y Radio El Mundo. Es docente de la escuela de periodismo deportivo DeporTEA. Hincha y socio del Ciclón. Una columna entrañable y llena de memoria que gratifica a todos los que vivimos esa época donde, cómo explica el título, sólo se trataba de analizar el deporte.