(*) Por Jorge Viale
Los aeropuertos de París no funcionaban… Bruselas era la única alternativa válida para llegar a París… Los tenistas que se anotaron para participar en mayo del 68 de la 40ª edición del Abierto de Francia en el Stade Roland Garros arribaban a la capital en un momento particular en la Historia misma, así, en mayúscula: un movimiento estudiantil y sindical reclamaba libertad educativa, sexual, cultural; jaqueaba el liderazgo de Charles de Gaulle, se convertía en objeto político con peso propio y exigía mejoras en las condiciones de vida que permitía la bonanza de posguerra.
La dificultad del traslado tuvo su efecto en el campeonato: en la primera ronda del torneo, varios tenistas ganaron por ausencia de un rival que no pudo llegar a horario. A otra escala, la competencia también vivía un momento especial: comenzaba la Era Abierta del tenis, los profesionales se juntaban con los amateurs. Por ejemplo, un profesor de tenis podía enfrentar en primera ronda a Ion Tiriac, por ejemplo… El torneo ofrecía un premio millonario para la época: 100.000 francos a repartir. Ubicado en el sudoeste de la ciudad, Roland Garros era una isla a orillas de la ciudad convulsionada.
“Mayo del 68, de alguna forma, también contribuyó al éxito de Roland Garros. Muchos estudiantes salían a protestar y, por la tarde, se trasladaban a la zona del bosque (Bois de Boulogne) para seguir los partidos”, cuenta Dominique Bonnot, docente y periodista del diario deportivo francés L’Equipe. Pese a la escasa cobertura periodística por motivos evidentes, alrededor de 120.000 espectadores se acercaron a presenciar el torneo, que tuvo como ganadores a Nancy Richey, amateur, y Ken Rosewall, quien venció a Rod Laver en el choque de profesionales australianos. Las fotografías de la época muestran un estadio más pequeño que el actual, con gente observando la acción incluso desde los techos de las tribunas. Los ganadores recibieron copas pequeñas, poco comparables a los trofeos gigantes que reciben hoy.
El particular momento que vivían los parisinos había obligado a los tenistas a alojarse cerca del club. Rosewall paró en la casa de Philippe Chatrier, ex tenista que da el actual nombre al estadio principal de París. Debido a la huelga del transporte público y la escasez de gasolina por el desabastecimiento, los tenistas llegaban a Roland Garros como podían: en grupo en auto, otros caminando o en bicicleta, como el danés Torben Ulrich, uno de los mejores amigos de Guillermo Vilas, padre de Lars, el baterista de la banda de rock Metallica. A Torben se lo podía ver con el bolso y las raquetas en su espalda, pedaleando la bici alquilada, como cualquier adolescente que va a pelotear al frontón del club.
La situación social provocó una situación curiosa en Roland Garros: el 8 de junio de ese año, mientras el británico Mark Cox y el húngaro Istvan Gulyas jugaban en la cancha central, la mayoría de los espectadores miraba tenis y escuchaba la radio al mismo tiempo: el general Charles de Gaulle ofrecía el discurso en que anunciaba que disolvería la Asamblea Nacional y convocaría a elecciones, en el intento por restablecer el orden.
“No me liberen, yo me encargo de eso”, “No tomen más el ascensor, tomen el poder”, “Sean realistas, pidan lo imposible” eran algunos de los tantos slogans de batalla que mostraban las paredes del Barrio Latino, epicentro de la revuelta. Hoy, los carteles aparecen reproducidos en afiches para turistas en el mismo Quartier Latin y demás barrios de París.
Sentado en una oficina en el norte de la ciudad, el ex tenista, cantante y activista social Yannick Noah reflexiona: “Queda poco del espíritu de Mayo del 68. Mira a quién tenemos en el poder, Sarkozy, que es un desastre. A veces, pienso que los franceses necesitamos el accidente… Le dices a un niño: “Cuidado, vas a quemarte”, se lo repites, e igualmente va y se quema…”.
Campeón de Roland Garros 83, elegido el personaje más popular de Francia según una encuesta realizada a fines de 2007 por el diario Journal du Dimanche, Noah había apoyado a la candidata socialista en las elecciones que consagraron a Sarkozy. El ex tenista no se queda en la crítica: en pocas horas más dará un recital en el Zenith, una especie de Luna Park inmenso ubicado al noreste de París, a beneficio de Enfants de la Terre, una organización que ayuda a niños en situación de emergencia.
(*) El autor es periodista
Jorge Viale
El escritor tiene la autoridad de explayarse sobre el Abierto Francés por dos cuestiones: fue testigo privilegiado de varios certámenes, a través de sus coberturas para el diario Olé y, por otro lado, por ser un amante del deporte blanco. Actualmente, además del diario deportivo, colabora para diversos medios internacionales. Además es el dueño, editor y redactor de fuebuena.com.ar, la página más interesante y confiable del tenis de nuestro país. Lo conozco desde mi paso por Olé, cuando se curtía periodísticamente de la mano del gran Gustavo "Porrón" Goitía. Jorge es buena gente, en un ámbito difícil, parecido al deporte, donde prima el egoísmo y la competencia. Él, sin embargo, siempre estuvo dispuesto a darme una mano. Sin dudas, es de los mejores en el rubro y agradezco sus letras que llegan desde París, donde se encuentra cubriendo el Roland Garros.