Por Carlos Nis (*)
Si la burrocracia, el carnerismo, la mediocridad y la ignorancia fueran carreras universitarias, la Agencia Nacional de Noticias, Télam, lugar donde florecen los seres que denigran esta maravillosa profesión que tanto amamos los buenos, sería el lugar ideal para que esos rastreros, despreciables, rufianes y miserables hagan la licenciatura.
Vender y traicionar compañeros se convirtieron en méritos suficientes para escalar en dicha empresa a los cargos de poder y toma de decisiones, en detrimento de los honestos, que por mantener su ética y dignidad inalterables, son perseguidos, estorbados y postergados.
Trabajo en Télam desde hace doce años, en los cuales pase por cosas buenas y malas junto a tipos intachables como el ‘Chopo’ Boccalatte, quien escribió más abajo, pero la debacle del servicio informativo y el incremento de los infieles en los últimos dos años me dan pena y vergüenza.
Todo comenzó en el año 2006, tras el paro más largo en la historia de la empresa, 38 días por el despido injustificado de dos empleados que trataban de defender las arcas y la excelencia de la información.
Con la derrota consumada y la huelga levantada, los carneros y las ratas comenzaron a recibir prebendas. Los directivos empezaron a dilapidar categorías y cargos en patéticos serviles que formaron un staff de mercenarios de la información que comprometieron a los trabajadores nobles.
Pero la lucha no fue en vano, y la condena social y profesional consiguió que la mayoría de esos carneros tuvieran que refugiarse en el portal de Internet, bastión de la desinformación nacional.
Allí, en el edificio de la calle Defensa, los mercaderes con categoría descargan su frustrado poder con colaboradores y empelados contratados, a los cuales bastardean, persiguen y atropellan.
Uno de esos “generales bananeros”, de los que Alberto Olmedo parodiaba, es Carlos Juvenal hijo, traidor de la confianza de sus compañeros de la sección deportes pero, por sobretodo, quien deshonró un apellido ilustre del periodismo argentino.
Como si la ensalada de rastreros y trepadores no fuera suficiente, ahora los directivos y autoridades periodísticas condimentaron esta ensalada con desinformación y censura, algo que hace aparecer al “diario de Yrigoyen” como si fuera el Billiken.
La agencia nacional de bandera fue creada hace más de medio siglo y siempre respondió a los gobiernos de turno, sobretodo porque allí se maneja el dinero de la pauta oficial y es desde donde salen los billetes para comprar a diestra y siniestra a los medios que molestan.
Por esa razón, para el servicio periodístico de Télam no existieron los cortes de luz y la falta de agua durante el verano, los cacerolazos en apoyo al campo, la violencia en las canchas de fútbol y otros temas sensibles y molestos para el gobierno K.
Esto fue reflejado por varios medios escritos, televisivos y radiales de nivel nacional, y el diario Perfil publicó una nota sobre la desinformación en la que caía la agencia y explicando que dejaría de usar el servicio de Télam.
Esa manipulación informativa denigra y avergüenza públicamente al servicio periodístico de Télam, pero los trabajadores comprometidos con la causa trataremos que eso se termine, sosteniendo algo que no se equipara con nada: nuestra dignidad y nuestra ética.
Edward Murrow, el periodista encarnado por David Strathairn en la película “Buenas Noches, y Buena Suerte”, peleó para poder informar la verdad al pueblo norteamericano, soportó las presiones corporativas y políticas y terminó venciendo al miedo y a la represión.
Por esa razón, los buenos, los que queremos un periodismo sin censura y con verdad no debemos claudicar y, por más trillado que suene, debemos recordar que las batallas que se pierden son las que no se pelean.
Bienvenido entonces este Blog y todos aquellos que nos dejan expresarnos con libertad.
(*) El autor es periodista.
Carlos Nis
Así se maneja Télam, Carlos tendría que ir a Beijing a cubrir los Juegos Olímpicos, porque estuvo trabajando en eso durante cuatro años y porque es el más capacitado para esa cobertura. Sin embargo, no. Carlos es contestatario, prioriza la defensa de sus compañeros en lugar de su ascenso personal. Para ese tipo de eventos, la Agencia elige a otro.
Carlos Nis, testigo privilegiado de situaciones como la descripta, es, por esta razón, una voz legítima para opinar del tema. Carlos, como tantos otros compañeros de la agencia, además de testigo es víctima de estos manejos: con muchísima mas ideoneidad como periodista, le fue negada infinidad de posibilidades.
Los resultados de tales decisiones están a la vista; esperemos que la opinión de los capacitados, como en este caso la de Carlitos, prevalezca.
Carlos Nis - Historia de Carneros y Censura
martes, 22 de abril de 2008
Publicado por Nacho Uzquiza en 7:46
Etiquetas: Carlos Nis