Gustavo Flores - Una camiseta, un imán.

miércoles, 16 de julio de 2008


En otros tiempos, hace ya varios años, cuando uno escuchaba y leía sobre las repercusiones de triunfos argentinos en la lejana Irak, una marcha a favor de Maradona en Bangladesh o algún festejo por Argentina campeón del 86 en la India, no daba demasiado crédito a esas informaciones. ¿Serían ciertas? Hoy, un poco más cerca en el tiempo y en el espacio, tampoco sonaría creíble que en Centroamérica, en El Salvador, una de las camisetas más vistas en la calle fuera la celeste y blanca.

Sin embargo, hay que creerlo. Sin vueltas, es así. Hay una regla a la que quizá los argentinos no estemos acostumbrados pero que suele repetirse en distintos lugares del planeta: en general, cuando una selección local no tiene resultados relevantes a nivel mundial, la gente se identifica con otros combinados nacionales y se apasiona por ellos en las competencias internacionales. Y allí, hay dos países que, por lo menos en América, le sacan una apreciable ventaja al resto: Brasil y Argentina.

El Salvador se puede tomar como un ejemplo de un inédito “sentimiento albiceleste”: se ve en las calles, se siente en los lugares públicos, se vive a diario. Cuando uno va a tomar un café y alguien escucha el acento argentino, no faltará quien le diga desde la mesa contigua: “que gran equipo tienen”. Cuando se ve una camiseta argentina en la parada de buses y se pregunta ¿por qué esos colores?, llega la respuesta inmediata: “porque su selección es la mejor del mundo”. Cuando hay algún partido de la Selección argentina (un canal de TV abierta compró los derechos en las eliminatorias), el rating sube de forma acelerada. O simplemente llega la palmada en la espalda de algún conocido antes de un partido importante de la celeste y blanca: “Estamos con ustedes, eh!”. Es como si fuera un inexplicable imán de pasiones.

¿Razones? Dan varias: el talento de algunos, el genio de Messi, la herencia que dejó el Diego. Pero hay algo destacan todos: el sentimiento y espíritu ganador de los jugadores argentinos. Luego llegan las derivaciones: también se ven muchos, pero muchos, hinchas de Boca por aquí, algún que otro de River y hasta camisetas de Estudiantes. ¡Si en la redacción del diario sonaban los teléfonos el día que se jugó la promoción para saber de primera mano si Racing había descendido o se quedaba en Primera!

El fútbol argentino y la Selección tienen sus seguidores a miles de kilómetros de la frontera. Y hasta hoy entran en la discusión de si “Messi si o Messi no” a los Juegos y están pendiente de la resolución. Son los mismos que gritarán un gol de Sosita o el Kun Agüero con toda la pasión, como si estuvieran en un bar de San Telmo, aunque en realidad compartan esa infaltable cerveza en la zona rosa de San Benito, en San Salvador.
Reconforta sentir que la albiceleste es querida no sólo en Argentina. Nunca comprobaré lo de Bangladesh, Iraq o India. Pero es una verdad incontrastable en Centroamérica. Doy fe.
.
.
(x) Gustavo, amigo a la distancia. Es un periodista con todas las letras. Empezó a trabajar en 1994 en el diario Hoy de su querida La Plata. Luego pasó a Clarín donde trabajó desde 1998 hasta el 2006. Además pasó por distintas radios y canales de cable. Hoy se desempeña como jefe de Deportes, Cultura y Espectáculos en el diario El Salvador, del país homónimo.