Ayelén Pujol: Periodismo Pobre

viernes, 13 de febrero de 2009


La idea venía gestándose; los comentarios y chistes por el estilo empezaron a aflorar y fue en la final de la Copa Davis donde se levantó la bandera: ahí surgió el Periodismo Pobre.

Se trata de un círculo de chicos y chicas que ostentan un título (en su mayoría son de escuelitas de periodismo) y que eligen como modo de vida el perfil bajo. Lejos del estrellato, están bañados de simpleza. Entonces los llamás y les pedís un número de teléfono de quien sea, y te lo pasan sin importar si te conocen o no. Entonces, en una jornada de trabajo, les pedís ayuda, y te la dan. Hasta pueden anotarte frases en una conferencia de prensa que ellos ni siquiera están obligados a escuchar.

Tienen reglas implícitas inviolables:
Nunca, jamás, serán amigos de un protagonista.
Nunca, jamás, usarán la chapa de su medio para obtener un rédito personal.
Nunca, jamás, iniciarán una relación con un colega sólo por interés.
Nunca, jamás, tendrán una primicia.

El PP jamás estará entre los invitados a un VIP: las pulseritas de colores que permiten el ingreso descansarán en las muñecas del Otro Periodismo. Ese Otro Periodismo consigue entrevistas casi sin esforzarse; el PP transpira durante meses (y quizá tampoco las consigue). Ese Otro Periodismo es invitado a fiestas importantes; el PP no, y se junta a cenar en un restaurante como consuelo.

El PP admira a deportistas como Martín Vassallo Argüello (en definitiva, el nombre del grupo nace de una frase suya modificada). Y si tiene una característica, es la solidaridad. En aquella final de la Davis pude ver cómo uno de ellos abría su tupper y compartía con el resto los sanguchitos que había hecho su madre.

En sus charlas, el PP no habla de periodismo (o trata de no hacerlo), sino que conversa sobre cualquier tema de la vida: hasta es capaz de hacer trucos de magia en un restaurante ante la viste del resto de los comensales. Y es feliz así.

Gastón Gaudio contraatacó alguna vez: “No hay tenis rico y tenis pobre. Hay tenis bueno y tenis malo”. ¿Si eso se aplicará también para el periodismo? Eso está por verse.


Ayelén Puyol por Nacho Uzquiza: Ayelén tiene muchas cosas buenas para destacar. Es una gran periodista, buena gente y amiga pero tiene algo que la hace brillar más aún: es hincha de Banfield. Una genia y la única mujer del medio que conozco que tiene buen gusto en la elección de sus colores futbolísticos. Redactora del diario Perfil, trabajó en Clarín, en Infobae.com y en Espn.

Ignacio Uzquiza - Va por ahí

miércoles, 4 de febrero de 2009


“Va por ahí” no es una murga cualquiera. No sólo porque a medida que crecen, hacen muestra del gran talento que poseen, tampoco porque sus shows son logrados, eficaces, entretenidos dentro de la oferta que existe en el minúsculo mundo under de murga uruguaya en nuestro país. “Va por ahí” tiene un condimento especial, que hace que la quiera más que a cualquier otra, una amistad en común.

El grupo es argentino, pero hace murga uruguaya: voces, bombo, platillo, redoblante, presentación, tres cuplés, canción final y retirada. Es decir, tiene todos los ingredientes de las agrupaciones del país vecino, pero es un talento que nació del otro lado del charco. Para los que entienden poco del tema, ir a ver a “Va por ahí” es lo mismo que, por ejemplo, ser espectador de Falta y Resto, Araca la Cana, Contrafarsa, por nombrar a las murgas orientales más mediáticas.

Estos chicos desafían el mapa. Con timidez y respeto a cuestas por no ser del país que abrigara la murga, pero con el talento necesario, se suben al barco y se mandan. Sin temor, presentaron su show el año pasado en Salto, Uruguay, lugar un tanto hostil para reconocer a una murga foránea. Sin embargo, superaron el desafío con creces y recibieron invitaciones para recorrer el interior uruguayo.

Tuve la suerte de verlos en la presentación que hicieron en noviembre pasado en el teatro Fray Mocho de su show “No sos vos, soy yo”. Ante un auditorio colmado, los 14 integrantes de nuestro, para los amantes de este tipo de música, orgullo nacional brillaron.

“Un grupo de jóvenes carnavaleros en una desesperada e inagotable búsqueda de identidad, de querer ser parte de algo en un mundo moderno lleno de estímulos. Buscando consejos en una fuerza, un símbolo que les permita pertenecer, la murga se topa con extraños (y en ocasiones siniestros) personajes que intentarán sacar provecho de la situación. Es así como un Pai milagroso, un psicólogo y hasta un perro policía confundirán aún más a estos pobres muchachos. Finalmente la ballena Willy logra saltar el fuego y salvar su vida, el policía negro muere y el pobre campesino logra conquistar a la millonaria hija del sheriff... Bueno, algo así”. Así vendieron la formidable presentación que les valió el respeto y el elogio de por ejemplo Eduardo “Pitufo” Lombardo, director de la Contrafarsa y uno de los músicos más respetados del Uruguay.


Como adelantaba, “Va por ahí” es especial para mí, porque uno de sus integrantes es mi amigo y un gran periodista en ascenso, Mariano López Blasco. Un autodidacta de la murga, que escribe por las tardes con esa solvencia que lo acostumbra y por las noches, despunta su inquietud pintándose la cara y cantando al ritmo del platillo, el bombo y el redoblante.