La idea venía gestándose; los comentarios y chistes por el estilo empezaron a aflorar y fue en la final de la Copa Davis donde se levantó la bandera: ahí surgió el Periodismo Pobre.
Se trata de un círculo de chicos y chicas que ostentan un título (en su mayoría son de escuelitas de periodismo) y que eligen como modo de vida el perfil bajo. Lejos del estrellato, están bañados de simpleza. Entonces los llamás y les pedís un número de teléfono de quien sea, y te lo pasan sin importar si te conocen o no. Entonces, en una jornada de trabajo, les pedís ayuda, y te la dan. Hasta pueden anotarte frases en una conferencia de prensa que ellos ni siquiera están obligados a escuchar.
Tienen reglas implícitas inviolables:
Nunca, jamás, serán amigos de un protagonista.
Nunca, jamás, usarán la chapa de su medio para obtener un rédito personal.
Nunca, jamás, iniciarán una relación con un colega sólo por interés.
Nunca, jamás, tendrán una primicia.
El PP jamás estará entre los invitados a un VIP: las pulseritas de colores que permiten el ingreso descansarán en las muñecas del Otro Periodismo. Ese Otro Periodismo consigue entrevistas casi sin esforzarse; el PP transpira durante meses (y quizá tampoco las consigue). Ese Otro Periodismo es invitado a fiestas importantes; el PP no, y se junta a cenar en un restaurante como consuelo.
El PP admira a deportistas como Martín Vassallo Argüello (en definitiva, el nombre del grupo nace de una frase suya modificada). Y si tiene una característica, es la solidaridad. En aquella final de la Davis pude ver cómo uno de ellos abría su tupper y compartía con el resto los sanguchitos que había hecho su madre.
En sus charlas, el PP no habla de periodismo (o trata de no hacerlo), sino que conversa sobre cualquier tema de la vida: hasta es capaz de hacer trucos de magia en un restaurante ante la viste del resto de los comensales. Y es feliz así.
Gastón Gaudio contraatacó alguna vez: “No hay tenis rico y tenis pobre. Hay tenis bueno y tenis malo”. ¿Si eso se aplicará también para el periodismo? Eso está por verse.
Se trata de un círculo de chicos y chicas que ostentan un título (en su mayoría son de escuelitas de periodismo) y que eligen como modo de vida el perfil bajo. Lejos del estrellato, están bañados de simpleza. Entonces los llamás y les pedís un número de teléfono de quien sea, y te lo pasan sin importar si te conocen o no. Entonces, en una jornada de trabajo, les pedís ayuda, y te la dan. Hasta pueden anotarte frases en una conferencia de prensa que ellos ni siquiera están obligados a escuchar.
Tienen reglas implícitas inviolables:
Nunca, jamás, serán amigos de un protagonista.
Nunca, jamás, usarán la chapa de su medio para obtener un rédito personal.
Nunca, jamás, iniciarán una relación con un colega sólo por interés.
Nunca, jamás, tendrán una primicia.
El PP jamás estará entre los invitados a un VIP: las pulseritas de colores que permiten el ingreso descansarán en las muñecas del Otro Periodismo. Ese Otro Periodismo consigue entrevistas casi sin esforzarse; el PP transpira durante meses (y quizá tampoco las consigue). Ese Otro Periodismo es invitado a fiestas importantes; el PP no, y se junta a cenar en un restaurante como consuelo.
El PP admira a deportistas como Martín Vassallo Argüello (en definitiva, el nombre del grupo nace de una frase suya modificada). Y si tiene una característica, es la solidaridad. En aquella final de la Davis pude ver cómo uno de ellos abría su tupper y compartía con el resto los sanguchitos que había hecho su madre.
En sus charlas, el PP no habla de periodismo (o trata de no hacerlo), sino que conversa sobre cualquier tema de la vida: hasta es capaz de hacer trucos de magia en un restaurante ante la viste del resto de los comensales. Y es feliz así.
Gastón Gaudio contraatacó alguna vez: “No hay tenis rico y tenis pobre. Hay tenis bueno y tenis malo”. ¿Si eso se aplicará también para el periodismo? Eso está por verse.
Ayelén Puyol por Nacho Uzquiza: Ayelén tiene muchas cosas buenas para destacar. Es una gran periodista, buena gente y amiga pero tiene algo que la hace brillar más aún: es hincha de Banfield. Una genia y la única mujer del medio que conozco que tiene buen gusto en la elección de sus colores futbolísticos. Redactora del diario Perfil, trabajó en Clarín, en Infobae.com y en Espn.