Por Andrés Burgo (*).
El domingo pasado estuve en Liniers para ver Vélez-River. Lo más noticioso, o eso me pareció, fue que 30.000 personas gritaran contra el presidente de la AFA como nunca se había hecho. "Grondona, hijo de puta, la puta que te parió, Grondona, hijo de puta, la puta que te parió", gritaron todos los de Vélez y todos los de River. Lo culpaban por la muerte de Emanuel Álvarez. No estaban diciendo: "Grondona, usted disparó", sino "Grondona, no se haga más el boludo; haga algo, por Dios".
Al día siguiente, los diarios casi no mencionaron el episodio. No escuché radio ni vi tele, pero sospecho que tampoco ahí se reprodujeron esas críticas populares y masivas al presidente de la AFA (una excepción, seguramente, habrá sido el programa de Víctor Hugo Morales). Imagino la decepción de las miles de personas que en Liniers habían protagonizado un hecho singular, inédito, y que sin embargo al otro día en los medios parecía de ciencia ficción: no había existido, había sido una alucinación.
Desde hace un mes trabajo para un nuevo diario, Crítica de la Argentina. Pero durante siete años lo hice en Clarín. Aquí, en esta nueva redacción, se pueden escribir algunas cosas que en otros trabajos no se podía. Y por eso, cuando le pregunté a mi jefe (Gustavo Veiga, un número 1) si podíamos transcribir lo que había pasado en Liniers, me respondió que sí. Y entonces, simplemente, se publicó lo que había pasado: que miles de tipos habían puteado al todo pasa.
Recibí algunos mailes felicitándome por mi supuesta valentía. "Por fin el periodismo deportivo no se calla", "Gracias por tener huevos para meterte contra Grondona", y cosas por el estilo. Les respondí a todos. Y los desilusioné a todos. Yo no tengo más huevos que nadie. Yo no soy más valiente que nadie. Y ni siquiera pasa por ser valiente o no: pasa por dónde laburás. Lo que hice el domingo fue lo que habría hecho cualquier otro periodista: simplemente aprovechar que, casi por azar, trabajo en un diario en el que se pueden publicar algunas cosas que en otros lugares no se puede. Pero si trabajara en otro medio, por supuesto no habría escrito nada.
Por supuesto, en otros diarios, de estas puteadas a Grondona no salieron más que una línea. Y yo, en ese caso, habría hecho lo mismo.
(*) El autor es periodista.
Andrés Burgo
Amigo por herencia. Primero, sedujo a Pedrito con esa voz particularmente entrañable que lo distingue y luego, inevitablemente, a mí. Personaje encantador, amigo de los amigos, empezó su carrera periodística en Clarín hasta que se hartó del manoseo constante. Entonces, decidió buscar nuevos rumbos.
Vivió en Madrid durante dos años, donde colaboró con los medios más importantes del mundo como, por ejemplo, la revista Geo -la más reconocida de turismo- y diarios del Japón, entre otros. Escribió para las revistas más importantes del país. Viajó por los lugares más recónditos del mundo, siempre con el entusiasmo y la inquietud de un periodista de raza. Actualmente es redactor de la sección deportes del diario Crítica de la Argentina. Andrés, gracias por tu escritura.
Andrés Burgo - Supuesta valentía
miércoles, 26 de marzo de 2008
Publicado por Nacho Uzquiza en 16:17
Etiquetas: Andrés Burgo
Mariano Suarez - Periodistas y mercaderes
miércoles, 19 de marzo de 2008
Por Mariano Suarez (*).
Un proverbial enunciado de Marshall McLuhan afirma que la información ha dejado de ser un bien destinado a producir otros bienes para convertirse en el principal de los bienes: la información como mercancía. El periodismo deportivo vernáculo es una de las manifestaciones más visibles de esa realidad.
Los recientes hechos violentos del fútbol no representaron una amenaza para la industria, comprometida con esa matriz mafiosa, pero sí obligaron a un aleccionado grupo de amanuenses, disfrazados de periodistas, a silenciar los costados más sensibles del asunto.
Las páginas de deportes de los diarios tradicionales de los últimos días -con dignas excepciones- parecieron diseñadas por los agentes de prensa de los clubes cogobernados por los violentos. Fueron un vulgar producto de una combinación de escribas a sueldo con conglomerados de medios (Clarín a la cabeza) acostumbrados a vivir del silencio y el intercambio de favores oficiales.
Esta simulación del periodismo es la más eficaz negación del oficio. Y es acaso la manifestación de superficie del virulento proceso de concentración de medios, que se registra a escala global y en América Latina con especial fuerza.
En el año 1900, en Estados Unidos, portavoz del derecho a la libertad de expresión, existían 2.033 propietarios de medios gráficos. En 1984, según el informe de Ben Bagdikián, el vasto mercado de medios norteamericano ya estaba controlado por apenas 14 grupos. América Latina ha seguido ese mismo derrotero.
El derecho a la libertad de expresión exige un Estado regulador que asegure la pluralidad informativa. No uno que se constituya en el garante de los negocios privados.
Mientras no haya un mapa de medios más democrático, el periodismo deportivo -terreno fértil por excelencia para el trabajo precario y el adoctrinamiento de dóciles (des)informadores- será un espacio poblado por mercaderes a sueldo.
Sea en Nuñez o en la Boca, se trata de un periodismo de ficción que expulsa cada día genuinos trabajadores de prensa. En sus márgenes, por fortuna, están los blogs.
(*) El autor es periodista y abogado.
Mariano Suarez
Amigo, abogado y compañero. Todas esas cosas es en mi vida Mariano Suarez o el Gorrión como le decimos en la Agencia Nacional de Noticias Télam, empresa donde se desempeña como redactor de la sección Deportes hace varios años. Peleador incansable por la defensa de los derechos de los trabajadores, terco enemigo de los traidores y gran periodista poseedor de una prosa exquisita. Estudiante eterno, está en la búsqueda de su tercer título universitario (Abogado, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y proximamente Licenciado en Letras) y su primera maestría (en derecho laboral). Es realmente un gusto que engalane el blog con su comentario.
Un proverbial enunciado de Marshall McLuhan afirma que la información ha dejado de ser un bien destinado a producir otros bienes para convertirse en el principal de los bienes: la información como mercancía. El periodismo deportivo vernáculo es una de las manifestaciones más visibles de esa realidad.
Los recientes hechos violentos del fútbol no representaron una amenaza para la industria, comprometida con esa matriz mafiosa, pero sí obligaron a un aleccionado grupo de amanuenses, disfrazados de periodistas, a silenciar los costados más sensibles del asunto.
Las páginas de deportes de los diarios tradicionales de los últimos días -con dignas excepciones- parecieron diseñadas por los agentes de prensa de los clubes cogobernados por los violentos. Fueron un vulgar producto de una combinación de escribas a sueldo con conglomerados de medios (Clarín a la cabeza) acostumbrados a vivir del silencio y el intercambio de favores oficiales.
Esta simulación del periodismo es la más eficaz negación del oficio. Y es acaso la manifestación de superficie del virulento proceso de concentración de medios, que se registra a escala global y en América Latina con especial fuerza.
En el año 1900, en Estados Unidos, portavoz del derecho a la libertad de expresión, existían 2.033 propietarios de medios gráficos. En 1984, según el informe de Ben Bagdikián, el vasto mercado de medios norteamericano ya estaba controlado por apenas 14 grupos. América Latina ha seguido ese mismo derrotero.
El derecho a la libertad de expresión exige un Estado regulador que asegure la pluralidad informativa. No uno que se constituya en el garante de los negocios privados.
Mientras no haya un mapa de medios más democrático, el periodismo deportivo -terreno fértil por excelencia para el trabajo precario y el adoctrinamiento de dóciles (des)informadores- será un espacio poblado por mercaderes a sueldo.
Sea en Nuñez o en la Boca, se trata de un periodismo de ficción que expulsa cada día genuinos trabajadores de prensa. En sus márgenes, por fortuna, están los blogs.
(*) El autor es periodista y abogado.
Mariano Suarez
Amigo, abogado y compañero. Todas esas cosas es en mi vida Mariano Suarez o el Gorrión como le decimos en la Agencia Nacional de Noticias Télam, empresa donde se desempeña como redactor de la sección Deportes hace varios años. Peleador incansable por la defensa de los derechos de los trabajadores, terco enemigo de los traidores y gran periodista poseedor de una prosa exquisita. Estudiante eterno, está en la búsqueda de su tercer título universitario (Abogado, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y proximamente Licenciado en Letras) y su primera maestría (en derecho laboral). Es realmente un gusto que engalane el blog con su comentario.
Publicado por Nacho Uzquiza en 20:44
Etiquetas: Mariano Suarez