Carlos Fumenigue - Queribles criaturas

jueves, 22 de enero de 2009



Declararse fanático de Estudio Fútbol genera un rechazo similar al de, en su momento, blanquearse como votante de Menem. Incluso después de haberme comido los sapos de Angeloz y Bordón, de haber votado a Lilita (a quien todavía me concedo no ubicar dentro de los anfibios) y de esa manera haber contribuido a esa máscara reprimida disfrazada de pudor ético anti-Menem, entiendo cierto asco orgánico que puedan generar cinco minutos seguidos de Estudio Fútbol un día cualquiera. Aun así, lo veo, podría decirse que a esta altura lo disfruto y, ¿por qué? No tengo ni idea.



Hagamos primero una somera diferenciación de las señales deportivas a las que accedemos diariamente. ESPN es la asepsia, la NASA, todo ubicado y en su lugar, hasta chistes malos que caen simpáticos. Fox es el Conrad de Punta del Este, mucho partido-homenaje a gloria latinoamericana, mucho periodista deportivo joven que se cree mil por usar traje y decir sinónimos. TyC Sports es ropa Puma de canje, gente a la que todavía te cruzás en el subte (porque de hecho me ha pasado). Que Estudio Fútbol sea su programa estrella suena entonces poco menos que muy coherente. Si (y acá le robo a un reputado poeta de Boedo) La Ultima Palabra es "Niembro y los X Men", podría decirse que Estudio Fútbol es una Liga de la Justicia que funciona en un dos ambientes con problemas de humedad, pero que aun así no renuncia a la lucha.



Acaso sea el morbo por la medianía perfecta, como si fuese un producto calculado, lo que me lleva a poner ese murmullo gris de todos los mediodías. "Yo no entiendo cómo podés ver todos los días a estos gordos que se la pasan gritando", se sorprende seguido mi mujer, quien los llama Los Tres Chiflados, así en "la mesa" haya tres, cuatro u ocho, como después de un Boca-River o un partido de la Selección. Pero tiene razón: ¿por qué será que son todos gordos? Al punto que estoy convencido de que el Gordo Palacios está convencido de que es flaco. Ese gel en el pelo, su brazo siempre apoyado a la pelota con sus iniciales, su reloj espamentoso, sus anotaciones, sus revisadas de mensajitos en el celular, el pragmatismo berreta de sus razonamientos... su poder de negación es francamente envidiable.



Pero Estudio Fútbol es un programa de, sino personajes, de caracteres: la mesura y el compromiso (ni más ni menos que el Men Sana In Corpore Sano de TEA) de Alejandro Fabbri, el utopismo religioso de Recondo, el criterioso talibanismo de Pagani, los carismáticos y agudos exabruptos de Farinella, el empalagoso chichoneo de Arévalo y hasta un lugar para el casi siempre atinado y muy bien informado Senosiain. Por los costados, un cotillón inverosímil: la banda de sonido "Nada es lo mismo sin fútbol" que pareciera cantada por el Mono Mario, las luces estroboscópicas que se prenden cuando vuelven del corte, esos sacos y camisas de Meeks-Lomas de Zamora, los botines Diadora que entregan por un concurso, la pelota de tiento que le regalan a la leyenda de turno, los cubiertos para asado que le dan al del móvil... todo magnificado durante el verano con el estudio en el Balneario 12 de Punta Mogotes, que merece un texto aparte.



Es recurrente cierta queja nostálgica a que "ya no se habla de fútbol". Me encantaría saber cuándo se hablaba de fútbol si no había otro programa además de "Polémica en el fútbol" (el título es un silogismo) y, en todo caso, cuánto hay para hablar de fútbol. Estudio Fútbol tiene tanto tiempo para llenar que precisamente cuando más pierde es cuando más se dedica a su supuesto tema en cuestión: la táctica, posta que tomaron sucesivamente los somnolientos Patricio Hernández, Gabriel Calderón y Gustavo Barros Schelotto. En cambio, cuando hablamos de las polémicas de los arbitrajes, el compacto de ping-pong y el compendio de atajadas, ya estamos hablando de un agujero negro en la grilla televisiva, en ese momento estoy seguro de que no hay nada menos interesante en los 85 canales, muchos más si se tiene TV digital.



¿De qué se compone entonces Estudio Fútbol? Básicamente de discusiones inconducentes en las que sin mayores fundamentos se tocan tópicos que rozan el análisis psicológico de declaraciones de los jugadores, semiótica de las hinchadas, interpretación del lenguaje corporal de los directores técnicos, presunciones financieras de transferencias millonarias y debates de derecho laboral futbolístico. Todo con grave circunspección que pretende camuflar un gran y benemérito tun tun, sin que esto signifique faltarles el respeto a profesionales de fuste.



La paradoja es que si hay algo que me resulta admirable de toda esta combinación es esta especie de convicción por la liviandad sin clase, en la frontera de lo grasa y lo tierno. En definitiva, acaso se trate criaturas queribles.

Fumenigue por Nacho Uzquiza: Trabajó conmigo, parafraseando a Fabián Casas, en esa cárcel de mínima seguridad que es el diario Olé. Con Carlos, a quien admiro profundamente por su originalidad y talento, nos une algo para mí muy especial: el barrio, barrio norte. Allí nos criamos, sin saber uno del otro. Pero los rituales, los lugares son los mismos y sumado a una educación similar y alguna que otro parentezco de grupos de amigos nos relacionamos.