Mariano López Blasco - Los que hablan sin decir

miércoles, 16 de abril de 2008


Por Mariano López Blasco (*)

Basta con que un hecho de violencia sacuda a alguna de nuestras canchas para que la prensa especializada en fútbol active su metralla de lugares comunes. Un baño de conformismo y complacencia tornaría entendible la escena: se habla de prensa especializada en fútbol, no en sociedad, y menos aún se espera la recurrencia a alguna de las ciencias que se ocupan de ella. Así es que nos preparamos para escuchar siempre las mismas expresiones. “Inadaptados de siempre”, un título que muy bien le quedaría a una murga del carnaval porteño, suele ser la más pronunciada de todas a la hora de caratular a los responsables materiales de los hechos de violencia. Detrás de la citada de expresión se encolumna una tropa de sinónimos caracterizadores: “animales”, “bestias salvajes” e “irracionales”, entre otros. Y claro, las obviedades están a la orden del día. Se dicen (“El fútbol es un reflejo de la sociedad”) y se preguntan (“¿Hasta cuándo?” “¿Quién puede frenar esta locura?”).

Pero los lugares comunes no son tan nocivos como el cinismo y la desidia. A pesar de la resistencia de muchos obsecuentes, sabemos que esos “animalitos” y “bestias salvajes” son seres humanos, aún hayan cometido un delito y deban rendirle cuentas a la sociedad. El problema son quienes pretenden hacer escuela llamando “irracionales” e “inadaptados” a los barrabravas, seres que componen grupos sociales racionalmente adaptados a círculos de intereses construidos desde arriba. La violencia es mucho más que pasión mal entendida. Como diría el sociólogo Pablo Alabarces, un estudioso del tema, se trata de la manifestación de la cultura del aguante. Forjado en un campo de batalla, el aguante es un capital que los barrabravas transforman en mercancía y la venden a dirigentes de fútbol, punteros políticos y funcionarios públicos.

En tiempos en que una bandera que mide más de dos metros es vista como un revolver por los que mandan (aunque se beneficien cínicamente del revolver), el problema en nuestro medio son los que reclaman la penalización deportiva de un flagelo social, los que festejan todo lo que implique restringir, vedar, prohibir, a sabiendas de que no se trata más que de un parche barato. El problema son quienes hablan sin decir y esconden su cómodo e ignominioso silencio en los lugares comunes.

Entendemos que se hayan creado expresiones como “inadaptados de siempre”, “bestias salvajes”, “animales” e “irracionales”. Los lugares comunes del periodismo de fútbol no difieren de la noción que tenemos de ellos en cualquier situación de la cotidianeidad: en todo caso, son esas ideas que repetimos sin cuestionar. Por suerte existe el conocimiento científico que, encarnado en figuras como Alabarces, puede contrarrestar ciertos efectos provocados por nuestra querida profesión y su esencial característica de ser un potente reproductor del conocimiento de sentido común. El problema es cuando ese no cuestionamiento se convierte en una apología de la ignorancia en soberbio orgullo. Y, lo que es peor, nos conviene.

(*) El autor es periodista.

Mariano López Blasco


Jamás coincidí tanto, musicalmente hablando, con una persona como con Marianito Blasco. Nos conocimos no hace mucho, trabajando en Tycsports.com, y me sorprendió desde el primer encuentro. Es un exquisito y me enseñó a pulir mi oído. De paladar negro culturalmente, no así con el fútbol. Le gustan "los modernitos", aunque lo niegue. Y es hincha de Independiente, rara contradicción. Pero los genios las tienen y Marianito es uno de ellos. Escribe como pocos y vive la vida con la tranquilidad y la parsimonia de los que saben que las cosas les cuestan poco. Eso le cuesta detractores y hasta a veces envidia, extraño matiz que abunda en la profesión, por su gran creatividad, por su prosa poética. Una gran persona. Mi amigo. Se los presento y se los recomiendo.